miércoles, 16 de marzo de 2011

Cinemex



Hace ya bastantes, demasiados ayeres, un servidor dejó inconclusa esta tarea, y ahora, para entrar con la conciencia tranquila a los temas de hoy y que tanto nos preocupan. Cerraremos con el asunto Cinemex, mi primera experiencia.

Corría la película de Tron, el mejor 3D jamás creado según los productores y algunos otros hablantes. Ante la expectativa, tomo uno de los asientos centrales y observo detenidamente, la pantalla tiene una definición exquisita. Imagen tan nítida no había percibido antes, ni siquiera en Cinépolis, lugar bastante caro. Pero, tras 30 minutos de cinta, nada de 3D. Comienzo a preocuparme. Qué pasa aquí, me pregunto. Y entonces empieza, ahora si, el 3D. 

La imagen no me convence del todo, es extraña, los lentes no son como los de Cinépolis. Con o sin ellos percibo la superposición de imagenes. Me quito y me pongo una y otra vez los lentes, y nada. Entra a la sala en repetidas ocasiones personal de Cinemex, se comunican por radio y nada. Frente a mi, otras personas también se quitan los lentes. De pronto, un señor se pone de pie, se acerca a una señorita de Cinemex ubicada justo en el pasillo de entrada a la sala, dialogan sobre algo, el hombre recibe unos lentes y regresa a su asiento; la mujer se pone otros y observa la pantalla, utiliza su radio y dice algunas palabras. Segundos despues, voilà, como si de magia se tratara, empiezo a ver 3D y el resto, es historia.