domingo, 16 de octubre de 2011

Soñe que soñando estaba

Soñé que soñando estaba
un sueño que yo soñé
y en el sueño desperté soñando
que no soñaba.
Y es que al soñar sollozaba,
porque soñando quería,
que aquel sueño que tenía
fuera ensoñación feliz,
y el sueño de mi país,
es un sueño todavía.

Es un sueño todavía,
lo que no ha podido ser,
pero querer, es poder,
y en esa íntima porfía
enraizamos cada día
una invencible confianza,
y con costumbre, con danza,
con sones que zapateamos,
en México cultivamos
el árbol de la esperanza.

El árbol de la esperanza
no depende de la suerte,
ni de diablo, ni la muerte,
ni es tema de adivinanza,
sol, y estrella en lontananza
hacen de este árbol fecundo que es México,
un propósito profundo
de corazón ancestral,
somos tunas del nopal
y ciudadanos del mundo.

Y ciudadanos del mundo
conectados a internet,
y no insípido ballet
sino linaje rotundo de guerreros,
y yo rundo prejuicios y sin razón,
las cuerdas, al diapasón.
Hagamos guerra florida
por México y por la vida,
lo que sea que suene,
el Son.

Guillermo Velazquez
Leones de la Sierra de Xichú

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